Escribir sobre nuestros pensamientos y emociones es una herramienta terapéutica que puede llevarse a cabo con dos objetos totalmente asequibles: lápiz y papel.
El psicólogo estadounidense James Pennebaker, profesor de la Universidad de Texas, ha investigado los efectos terapéuticos de la escritura desde los años 80. Pennebaker llevó a cabo pruebas en estudiantes universitarios, pidiéndoles que escribieran, durante quince minutos cada día y cuatro días consecutivos, sobre alguna experiencia traumática que hubiesen vivido. Los resultados revelan que el ejercicio de escribir reduce el estrés mental, refuerza la autoestima e incluso fortalece el sistema inmunológico. Es decir, aporta beneficios tanto a nivel psicológico como a nivel físico.
¿Por qué la escritura tiene propiedades terapéuticas?
Normalmente, cuando se produce una experiencia dolorosa, nuestros mecanismos de protección nos llevan a evitar enfrentar una realidad que no somos capaces de asimilar. Intentamos bloquear ese recuerdo que nos causa dolor.
Cuando reprimimos nuestras emociones negativas durante mucho tiempo, los efectos negativos sobre nuestra salud física y emocional no se hacen esperar. Al escribir sobre ello, poco a poco dejamos salir las emociones y obtenemos un efecto curativo, acabando con la tensión contenida y el estrés.
Otros beneficios de escribir son:
– Tener un espacio y tiempo dedicado para uno mismo que posibilita la introspección.
– Ganar en autoconciencia, autoconocimiento y autoestima.
– Incrementar la comprensión de uno mismo.
– Tener más presentes los cambios, los descubrimientos, los esfuerzos…
– Ampliar la perspectiva y generación de alternativas ante la propia situación problemática.
– Poder ventilar emociones, sentimientos y pensamientos, que de otra forma se repiten una y otra vez de forma circular.
– Emergen nuevos asuntos o aspectos que aportan más claridad.
Os proponemos un ejercicio de escritura terapéutica por si os apetece probar esta herramienta:
Piensa en la persona que más positivamente te ha influido en la vida. Escríbele una carta en la que les expliques cómo te sientes, qué te dijo o hizo que te marcó, de qué manera tu vida ha sido diferente gracias a él o a ella. Tranquilo/a, no hace falta enviarla, aunque si quieres, puedes hacerlo.
Después analiza, ¿qué ha hecho esa persona de forma diferente al resto? ¿La diferencia estaba en ella o en tí, en la forma en la que te comportabas? ¿Crees que has podido influir en alguien de la misma manera?
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